coldplay
Me dice siempre román que mis referencias musicales son pobres; que no salgo de los secretos y de sabina y de calamaro y de quique gonzález, y que eso no está a la altura de mis referencias bibliográficas. Así que, creo que para educarme los oídos, me ha regalado un disco de coldplay. Y, oh sorpresa. La primera y maravillosa canción que me obsesiona es yellow. Me cuenta román que la canción habla del nacimiento del hijo del cantante y líder del grupo. Me dice que nació rubio, creo que como él, y que, cuando nació, Chris Martin sintió algo tan importante que todo lo veía amarillo, porque todo le hablaba de su hijo. Y de eso nos habla la canción.
Lo maravilloso que tienen los niños es que, sin quererlo, sus pequeñas hazañas diarias se convierten en lo más importante, y oscurecen todo lo demás: hoy ha dicho papá, ayer le salió un diente, ha pegado tres pasitos sin caerse. Esa inocencia de los niños nos hace ver las cosas con otra mirada: la de lo que de verdad importa. Su ternura nos conmueve en un mundo que nos tiene acostumbrados a la crudeza y a la miseria de la gente.
El otro día, a propósito de la barbarie israelí contra los palestinos, pude ver unas imágenes del regreso a nuestro país de algunos de los españoles a los que el inicio de la guerra les pilló en el Líbano. Una mujer llevaba a una niña en brazos y su padre las esperaba con ansia tras los controles del aeropuerto. Cuando se acercó a abrazarla, en medio de los llantos, las fotografías, y los nervios de la gente, la niña le dijo a su padre: "mira, se me mueve este diente". Fueron sus primeras palabras después del horror. De una niña que no entiende la miseria del mundo y para la que cualquier acontecimiento pequeño, en su paz y en su normalidad de niña, sigue siendo lo más importante.
Lo maravilloso que tienen los niños es que, sin quererlo, sus pequeñas hazañas diarias se convierten en lo más importante, y oscurecen todo lo demás: hoy ha dicho papá, ayer le salió un diente, ha pegado tres pasitos sin caerse. Esa inocencia de los niños nos hace ver las cosas con otra mirada: la de lo que de verdad importa. Su ternura nos conmueve en un mundo que nos tiene acostumbrados a la crudeza y a la miseria de la gente.
El otro día, a propósito de la barbarie israelí contra los palestinos, pude ver unas imágenes del regreso a nuestro país de algunos de los españoles a los que el inicio de la guerra les pilló en el Líbano. Una mujer llevaba a una niña en brazos y su padre las esperaba con ansia tras los controles del aeropuerto. Cuando se acercó a abrazarla, en medio de los llantos, las fotografías, y los nervios de la gente, la niña le dijo a su padre: "mira, se me mueve este diente". Fueron sus primeras palabras después del horror. De una niña que no entiende la miseria del mundo y para la que cualquier acontecimiento pequeño, en su paz y en su normalidad de niña, sigue siendo lo más importante.