martes, febrero 28

freaks

Siempre he pensado que los traductores españoles de la prohibida Freaks (1932), de Tod Browings, jamás entendieron la película. Ciertamente, titular la película como La parada de los monstruos, en lugar de hacerlo simplemente como Monstruos, presuponía una toma de posición lamentable. Así, mientras el transgresor director planteaba una película de terror donde presentaba un circo de tullidos y personajes deformes, y donde, finalmente, los únicos monstruos del circo eran la pareja de guapos y personajes de la película sin ninguna deficiencia física, aunque sin nigún escrúpulo, los traductores presuponían que los monstruos eran los deformes, algo muy distinto a lo que quería decir el director.
Freaks nos muestra una realidad donde las cosas no son los que parecen, y donde los monstruos resultan ser al final los que menos te esperas. Algo así como el cazador blanco con corazón negro de Clint Eastwood. Cuando vi la manifestación del sábado me acordé de Freaks. Y de los traductores de su título al español.

lunes, febrero 27

salto mortal

La última y maravillosa novela de Kenzaburo Oé que aún no he acabado de leer nos muestra la perplejidad de un viejo profesor que, de regreso a Tokio después de quince años en el exterior, contempla cómo uno de sus alumnos predilectos forma parte de una extraña secta que pregona el fin del mundo y, en su espiral de locura, va arrastrando a más gente hacia su causa. La visión del profesor es muy clarificadora porque es externa, porque no ha estado involucrada en los procesos ni en la historia de esa ciudad ni de esa secta. De ahí su perplejidad: la distancia le hace ver con más claridad cuál es el problema y cuál es la solución de ese problema.
Siempre se ha dicho que no hay mejor manera de atajar una situación que acudir a visiones objetivas y distantes, en el sentido de que, uno que ha formado parte del conflicto, aunque sea la víctima, no puede -ni está obligado a ello- discernir con tranquilidad. Luego está el asunto de la masificación. Es cierto. Cuando uno se involucra en el grupo los acontecimientos pueden llevarle a lugares a los que no quiso ir o entrar en una espiral de la que nos resulta difícil salir.
Este fin de semana hemos asistido, como el viejo profesor de Oé, a dos actitudes absolutamente repugnantes: en un campo de fútbol, al jugador africano le tratan como a un mono y no cesan de insultarle durante todo el partido. En una manifestación, supuestamente a favor de unas víctimas y en contra de los terroristas, los gritos de los manifestantes desean la muerte por fusilamiento del presidente del gobierno democráticamente elegido y el expresidente que propició una guerra injusta e injustificada por la que han muerto más de 50.000 civiles inocentes ríe a carcajada limpia ante el éxito de su convocatoria, la de la secta del fin del mundo. Un escalofrío recorre mi alma de gaviero. Me da miedo este salto mortal.

miércoles, febrero 22

dicen las paredes, de edurado galeano I

En su Libro de los abrazos, Eduardo Galeano hace de los mensajes de las paredes y muros de la ciudad verdadera poesía, llena de anónima reivindicación e inventiva. Es la mejor demostración de que la gente de la calle, en su expresión libre, es más sabia de lo que se cree y más original de lo que aparenta. Esta sabiduría popular convertida en poemas por Galeano versa sobre las preocupaciones de la gente y dibuja una realidad social mucho más certera que la que muestran los propios periódicos. Así, dice Galeano que dicen sus paredes:
"En Buenos Aires, en el puente de la Boca: Todos prometen y nadie cumple. Vote por nadie. En Caracas, en tiempos de crisis, a la entrada de una de los barrios más pobres: Bienvenida clase media. En Bogota, a la vuelta de la Universidad Nacional: Dios vive. Y debajo, con otra letra: De puro milagro. Y también en Bogotá: !Proletarios del todos los paises, uníos! Y debajo con otra letra: (Ultimo aviso.)".

Y acá, en la ciudad de el gaviero, y sin ánimo de ser Galeano, he leído estos días:
En el cartel de entrada del Puerto de Sagunto, ahora lleno de fábricas y humo, el nombre tachado y debajo: "Bienvenidos a Springfield". Y en Benalmádena, donde ponía Costa del Sol, un letrero que ahora dice "Costa del Golf". Y en la puerta de un Ayuntamiento que no es el mío, "Hay huntamiento". Y, por fin, uno amable sobre un puente de Valencia: "A nadie te pareces desde que te quiero".

una partida de ajedrez a lo woody allen

En un magistral relato del genial woody allen-"genial" en el sentido de que "es un genio", no en la acepción más moderna de "¿vamos este fin de semana a la nieve, puri?: genial, para practicar snow"- , creo que de su "cómo acabar de una vez por todas con la cultura", dos contrincantes juegan una partida de ajedrez por correspondencia. La partida iba bien, hasta que uno de ellos, con la excusa de que una de las cartas con el movimiento del contrincante no le ha llegado, empieza a jugar una partida diferente a la del otro. De esta manera, cada contrincante está jugando la partida de ajedrez que a él le interesa, en la que, por supuesto, él hace jaque mate. La falta de información, o la manipulación de las cartas, hace que cada contrincante maneje la partida a su antojo.
Con determinados medios de comunicación, Canal Nou a la cabeza, está ocurriendo lo mismo: cuando la partida no les interesa, pierden la carta y ya está: esa información no existe, se ha extraviado, no ha ocurrido. Carlos Fabra, "ése quién es y qué ha hecho", esa correspondencia no nos ha llegado. Y así, algunos medios de comunicación con muchos asuntos de la vida política. El problema reside en que, en este caso, la partida no es sólo entre dos contrincantes, y a lo que se juega no es al ajedrez. Y esa no es la manera más ética de ganar las partidas...

martes, febrero 21

una canción para definir una forma de actuar

A Jiménez Losantos, a Rajoy, a Acebes y a Zaplana; a Pedro J., a sus secuaces, y a todos los que vociferan a gritos que esto se rompe, que todos somos muy malos y ellos irán al cielo, los escucho por la radio esta mañana y luego, hastiado de tanto grito, cambio al CD y una maravillosa canción de Quique González (Salitre) les contesta: "nunca es primavera donde tú creciste". Pues eso. Y no son necesarios los insultos.

lunes, febrero 20

no oyes ladrar a los perros

En un genial relato de Juan Rulfo, un padre aguanta sobre los hombros a su maltrecho y malherido hijo. El joven se está muriendo y el padre lo lleva, entre las montañas, en mitad de la noche, hacia el pueblo más cercano para que lo curen. Pero el peso del cuerpo, como el de un muerto, es demasiado y hace tambalear al padre que, con la cabeza gacha, busca fuerzas de su flaqueza para aferrarse a cualquier hilo de esperanza y seguir caminando con su hijo a rastras hasta llegar al pueblo. Y a cada instante, el padre pregunta "tú que vas allá arriba, hijo, ¿no oyes ladrar a los perros?", pues para el padre ése es el símbolo inequívoco de que están llegando al pueblo. El ladrido de los perros anuncia que hay vida cerca y que, por tanto, padre e hijo están a punto de llegar a su destino.
En el largo camino hacia la ansiada paz del País Vasco, estamos oyendo ladrar a los perros cada día y cada vez más fuerte. Más allá de comparaciones, de con qué indulgencia veían esos perros antes los torpes pasos del expresidente Aznar hacia la guerra y de cómo valoran los de Zapatero hacia la paz, mi percepción de gaviero me dice que, cuanto más fuerte oiga ladrar a los perros, más cerca estaremos de nuestro destino de paz.

sábado, febrero 18

el porqué de el gaviero

cuenta alvaro mutis, en una de sus primeras historias en la que presenta a su eterno personaje maqroll el gaviero, que su apodo es debido a su trabajo como avistador de tierras. efectivamente, el gaviero toma su nombre del marinero que, apostado en lo alto del mástil, en la gavia, tenía la misión de avisar al resto de la tripulación a la vista de una isla en el horizonte, de un puerto, de un destino, de un lugar de llegada. es, pues, el gaviero, un transmisor de esperanzas, un voceador de las buenas noticias. aunque también de las malas. el gaviero también veía antes que nadie llegar a los piratas, a los grandes bloques de hielo a la deriva, avistaba los peligros y las tormentas, veía sucumbir a los naúfragos.